Éstos son los principales riesgos que asume un autónomo al tener un negocio

Los riesgos forman parte del día a día de todos los autónomos. La responsabilidad del trabajador por cuenta propia persona física es ilimitada y, desde el momento en que se da de alta en la Seguridad Social, pasa a responder con todos sus bienes presentes y futuros ante cualquier deuda que genere su negocio.

Un incendio, un robo, o un posible accidente de un cliente o un trabajador en el local comercial son sólo algunos de los imprevistos que pueden hundir a un pequeño negocio. El problema es que la mayoría de los riesgos que afectan a la actividad del autónomo son, muchas veces, impredecibles. Un ejemplo de ello sería la crisis del coronavirus, que derivó a mediados de marzo en un confinamiento que duró casi cuatro meses y que sigue comprometiendo a día de hoy a miles de actividades. 

Aunque algunos riesgos como la pandemia no se pueden predecir, la mayoría de ellos sí se pueden minimizar. Fundación MAPFRE elaboró una guía para la protección del autónomo que ayuda a los trabajadores por cuenta propia y pequeños empresarios a identificar los principales riesgos que corren al poner en marcha su actividad y las soluciones que tienen a su alcance para reducirlos.

Los cuatros riesgos principales que corren los autónomos

Nada más subir la persiana del negocio, el autónomo ya está corriendo un primer riesgo que sería perder el dinero que invirtió, ya sea en bienes materiales o inmateriales. Sin embargo, hay incidencias que pueden costar incluso más caras al trabajador por cuenta propia y varían en función de la actividad que desarrolle. 

Evidentemente, no es lo mismo abrir una pequeña peluquería, que ser un profesional que trabaja desde casa dando clases particulares ni, por supuesto, desarrollar actividades que impliquen posibles daños a terceros como las reformas o un restaurante. Cada uno de estos negocios conlleva una serie de riesgos que, según Fundación MAPFRE, se pueden dividir en cuatro grupos: 

  • Riesgos sobre el patrimonio de la empresa 

Estos son los riesgos que corre cualquier autónomo desde el mismo momento en que emprende su actividad, aunque el nivel será diferente según el trabajo que desarrolle. Afectan a los activos materiales e inmateriales que posee el trabajador por cuenta propia, como los inmuebles e instalaciones fijas, el mobiliario, la maquinaria y los equipos electrónicos, las materias primas y las existencias o los vehículos.

Por eso, apuntan desde Fundación MAPFRE, el autónomo debería hacerse algunas preguntas al iniciar su actividad que le ayudarán a identificar el riesgo como, por ejemplo: “He invertido una gran cantidad de dinero en adquirir una nueva herramienta. ¿Qué pasa si se deteriora por un accidente o me la roban?”; o “Mi trabajo depende de equipos informáticos que pueden perder información como consecuencia de un ciberataque. ¿Quién podría resarcirme de esta pérdida?”.

  • Riesgos sobre las personas de la empresa.

En el caso del trabajador autónomo, uno de los principales riesgos que corre en el ejercicio de su actividad se deriva de un posible accidente en el trabajo o enfermedad. Aunque estas contingencias están cubiertas por la Seguridad Social a través de prestaciones, en la mayoría de los casos no son suficientes para paliar las pérdidas que ocasionará al autónomo el hecho de tener que bajar la persiana o contratar a una persona que le sustituya. 

  • Riesgos sobre la responsabilidad

Uno de los riesgos más importantes, especialmente en determinadas actividades, es la responsabilidad del autónomo frente a los daños ocasionados a terceros. Más aún teniendo en cuenta que el trabajador por cuenta propia responde con la práctica totalidad de sus bienes presentes y futuros, y puede ser responsable de todo lo que ocurra en el ejercicio de su actividad.

Según Fundación MAPFRE, antes de decidir si contratar un seguro de responsabilidad civil habría que plantearse algunas preguntas como: “¿Hay aspectos o consecuencias de mi actividad profesional que escapan a mi control y pueden ocasionar daños? ¿Qué hago para protegerme?”;  “¿Soy consciente de cómo me puede afectar la obligación de tener que indemnizar por los daños causados a un tercero del que soy civilmente responsable?”.

  • Riesgos sobre los ingresos.

La caída de ingresos por la paralización o por los impagos es un riesgo que puede afectar por igual a todos los trabajadores por cuenta propia. Sin embargo, muchos no lo tienen en cuenta a la hora de poner en marcha su actividad. Son aquellos que afectan a los resultados de gestión derivados de la posible paralización de la actividad por un accidente o un siniestro grave en sus instalaciones o elementos de trabajo principales, y de los posibles impagos de las ventas que realizan a crédito.

Algunas de las preguntas que podría plantearse el autónomo a este respecto serían:  “Si se paraliza mi actividad, ¿cómo puedo asegurarme de que no incurriré en pérdidas graves?” o “¿Cómo puedo protegerme cuando un cliente no me paga?”.

¿Cómo puede un autónomo minimizar estos riesgos?

Los riesgos existen en todas las actividades, sin embargo, no todos los negocios implican el mismo riesgo ni para el autónomo, ni para su patrimonio, ni para sus trabajadores o clientes. Por tanto, «el primer paso es identificar los riesgos, pues los no identificados no podrán ser gestionados. Una vez conocidos, debe evaluarse su importancia, estimando su frecuencia de aparición y la relevancia de las consecuencias, es decir, los daños», explican desde Fundación MAPFRE. 

Aunque existen pólizas para cubrir cualquier tipo de riesgo, desde la entidad insisten en la importancia de conocer las amenazas que puede traer aparejadas la actividad del autónomo porque «si el riesgo es muy bajo, en ocasiones no merece la pena acometer medidas correctoras, por lo que el propio empresario autónomo asume y gestiona sus costes e inconvenientes». 

De todos modos, en la mayoría de actividades, especialmente si se desarrollan en un local, se tiene trabajadores a cargo o si el profesional utiliza un vehículo, hay algunos seguros obligatorios y otros que son muy recomendables

Soluciones para proteger el patrimonio del autónomo

El patrimonio del autónomo puede ser muy variado en función de la actividad que desarrolle. Casi todos cuentan con inmuebles e instalaciones fijas, como pueden ser locales, almacenes, talleres, tiendas y comercios. Además, también hay que contar con los bienes materiales de la empresa como el mobiliario y enseres, herramientas, máquinas y equipos auxiliares e incluso elementos decorativos.

Tampoco hay que olvidar las materias primas y existencias, como los productos en elaboración y terminados y el dinero en efectivo.  Por otro lado, en algunos colectivos es especialmente importante el vehículo, tanto para traslados propios, como para el desarrollo de la actividad -como es el caso de los transportistas de mercancías o de viajeros-.

En el caso de que se cuente con un alto valor patrimonial en el negocio, el autónomo debería plantearse contratar una póliza que le cubra los posibles daños en estos bienes, como pueden ser incendios, robo o rotura de cristales en el caso de que se tenga un local comercial, o accidente en el caso de que se tenga un vehículo. 

Algunos seguros como el del automóvil son obligatorios en España, y otros son muy recomendables para que el trabajador por cuenta propia pueda estar tranquilo. Los seguros más comunes con los que cuenta un autónomo son:

  • Seguros del vehículo

En el caso de los seguros para vehículos relacionados con la actividad, se aseguran del mismo modo que los vehículos convencionales, con unas coberturas muy similares como, por ejemplo, daños propios y a terceros, defensa jurídica, robo o incendio.

Además, en determinados colectivos como los transportistas «es muy recomendable que se contraten seguros de transportes si la actividad así lo requiere. De esta manera se protegen aquellas mercancías y existencias que pueden perder valor durante su transporte debido a un hecho fortuito», apuntan desde Fundación MAPFRE.

  • Seguros multirriesgo

En el caso del seguro multirriesgo, cubren desde el incendio hasta los robos o los daños en las mercancías. Si el local es arrendado, el propietario del mismo suele imponer ya determinados seguros en el contrato de alquiler. Estas pólizas, normalmente, suelen tener dos tipos de cobertura:

– Los daños relacionados con el patrimonio en función del origen o la causa que los provocó: incendios, daños por agua, daños eléctricos, rotura de cristales, robo, etc.

– La responsabilidad civil, por posibles daños producidos a terceros, como los causados en el ejercicio de la actividad o como resultado de una ejecución deficiente, inundar una vivienda o local colindante, …

Además, hay otras coberturas que complementan las anteriores y que son muy útiles para algunos negocios, especialmente los tecnológicos y aquellos que trabajan con datos como, por ejemplo, los seguros frente a ciberriesgos, fraudes y delitos en la red.

Soluciones para proteger la responsabilidad civil del autónomo

El seguro de responsabilidad civil es la póliza que responderá de los daños que pueda provocar un negocio en el desarrollo de su actividad. Es decir, este seguro está destinado a cubrir los posibles errores que un autónomo o su personal contratado puedan cometer en su proceso de trabajo.

En determinados casos no es obligatorio. No obstante, los expertos aseguran que es uno de los seguros más recomendables a contratarya que cualquier contingencia en este sentido puede suponer un coste económico capaz de hundir a un pequeño negocio. Además, en ciertos hechos, el autónomo no sólo se puede enfrentar a la reclamación civil, sino también a la penal, por lo que las consecuencias podrían llegar a ir incluso más allá de la indemnización económica.

La responsabilidad del autónomo es ilimitada y, en el caso de que se le reclame algún daño a un tercero – un cliente que haya sufrido un accidente en el negocio, por ejemplo- deberá responder con todo su patrimonio presente y futuro. Para indemnizar al autónomo del daño que pueda sufrir su patrimonio si un tercero le reclamara, existen las pólizas de responsabilidad civil.

Estos seguros son obligatorios para algunas profesiones como los instaladores de gas o electricidad; pasando por abogados, o profesionales que prestan sus servicios en la sanidad privada; y no todos los autónomos con establecimientos de cara al público deben terne un seguro obligatorio, pero muchos de ellos sí: restaurantes, bares y cafeterías; actividades recreativas como cines o teatros o gimnasios y agencias de viajes entre otros. Además, según los expertos consultados, son recomendables para casi cualquier autónomo.

Las pólizas de responsabilidad civil suelen cubrir:

  • El pago de las indemnizaciones por daños corporales, materiales o patrimoniales causados a terceros que pudieran ser culpa del asegurado o de las personas de quien deba responder, por hechos derivados de su vida privada o profesional.
  • La constitución de fianzas y costas judiciales exigidas al asegurado por reclamaciones de terceros, siempre que el motivo de la reclamación esté incluido en esta cobertura.

Además, algunos seguros de este tipo también pueden llegar a cubrir otros riesgos como el que corren los propietarios inquilino de viviendas dedicadas, por ejemplo, al alquiler turístico.

Soluciones para proteger los riesgos del propio autónomo

El autónomo, como cualquier trabajador, está expuesto a accidentes, enfermedades y otras circunstancias en su vida familiar y profesional. Sin embargo, al estar al frente de un negocio tiene que asumir un riesgo mayor porque, ausentarse, en muchos casos, puede significar o bien tener que cerrar la persiana, o bien buscar un empleado que le sustituya.

En cualquiera de los dos casos, las pérdidas económicas pueden ser muy altas si se está mucho tiempo ausente del trabajo, por algunas contingencias como baja por Incapacidad Temporal. Además, casi ocho de cada diez autónomos cotizan por la base mínima y eso significa que, a muchos, apenas les quedarán unos 500 euros de prestación mensual si enferman (el 60% de su base de cotización) y no tienen una póliza que les cubra.

Para su protección, además de poder subir su base de cotización y tomar las medidas para prevenir al máximo cualquier accidente, el autónomo dispone de instrumentos aseguradores con los que puede paliar esta situación. Así, es aconsejable disponer de un seguro de indemnización, ya que garantiza una cantidad diaria al autónomo que interrumpe su actividad laboral por baja laboral u hospitalización, por enfermedad o accidente, pudiendo elegir entre varias modalidades.

  • Indemnización diaria por incapacidad temporal total 
  • Indemnización diaria por baja laboral según baremo
  • Seguros de indemnización por hospitalización

Además, el autónomo puede cubrirse también de cara a su jubilación, complementando su pensión pública con diferentes instrumentos de previsión social privada, como los planes de previsión asegurados (PPA), o los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS). La mayoría de ellos cuentan, además, con grandes ventajas fiscales.

Soluciones para proteger la caída de ingresos

Por último, los autónomos tienen que tener en cuenta un riesgo que corre cualquier negocio: la caída de ingresos. Estos riesgos son todos aquellos que afectan a los resultados de gestión derivados de la posible paralización de la actividad (fabricación, venta, almacenaje, transporte o reparación) y de los posibles impagos de las ventas que se realizan a crédito.

  • Cobertura por paralización de la actividad

Para hacer frente a estos riesgos, las principales coberturas que existen son la indemnización de los gastos permanentes, el margen bruto o el pago de una cantidad diaria durante el tiempo de interrupción de la actividad del autónomo. La cobertura de paralización de la actividad debe ligarse a una cobertura de daños materiales. Aunque para el autónomo, generalmente, se incluye en el seguro multirriesgo como una cobertura más.

  • Cobertura por impagos en ventas a crédito

En cuanto a las ventas a créditos que el autónomo pueda hacer a sus clientes, muy habituales en el ámbito comercial, el seguro de crédito puede ser una buena solución para la valoración crediticia de los clientes y, en el caso de impago, para recobrar el importe impagado -que incluiría indemnización y recobro-.

Fuente e imagen: autonomosyemprendedor.es

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